Un buen plan para estas semanas de confinamiento puede ser rescatar y ver las mejores finales del deporte mundial. En este post hemos hecho una selección de momentos estelares de las cuatro últimas décadas.
Rememoramos el famoso gol de Iniesta en el Mundial de Fútbol de Sudáfrica y la que algunos consideran la mejor final del tenis, Federer contra Nadal en Wimbledon en 2008. O la carrera eléctrica con la que Usain Bolt pulverizó el récord del mundo de los 100 metros lisos en 2009 en Berlín, una plusmarca que sigue vigente.
En este país casi todo el mundo puede decir dónde estaba y cómo celebró la victoria de España en el Mundial de Fútbol de 2010. Es parte de la memoria colectiva.
La selección española ganó a Holanda en un partido memorable que duró una eternidad porque se fue a la prórroga. Cuando ya el corazón no daba para más, ni los músculos de los jugadores, Andrés Iniesta marcó el único gol del partido en un tiro cruzado, después de un pase medido de Cesc Fábregas y una jugada muy coral de la selección.
El campeonato era la guinda que le faltaba a una generación histórica de jugadores, la España del ‘tiki taka’, que dominó el planeta del fútbol durante unos cuantos años. A partir de ahí, este país empezó a ‘creérselo’, y no sólo en el ámbito del deporte.
Las finales entre Rafa Nadal y Roger Federer siempre han tenido algo especial. Pero la que disputaron en la hierba de la pista central de Winbledon el 6 de julio de 2008 estos dos ‘cracks’ del deporte fue única. Por la calidad y la forma de los contendientes (números 2 y 1 de la ATP en aquel momento), por la duración del ‘envite’ (casi cinco horas) y por lo ajustado del resultado.
Y es que se decidió en un quinto set que duró nada menos que una hora y cuarto y que llegó al tiebreak (7-9 a favor de Nadal). Antes, Federer se había puesto dos sets abajo y los había remontado, y en el cuarto set el suizo logró salvar dos bolas de partido.
Lakers y Celtics se disputaron la supremacía de la NBA durante la década de los ochenta. A nivel individual, este duelo lo protagonizaron Larry Bird, el flaco y espigado alero de los Boston, letal en el tiro de tres puntos, y Magic Johnson, el polivalente y artístico base de los Lakers, un superclase con una prodigiosa visión de juego.
La mejor final de las tres que disputaron en esos años ambos equipos y jugadores fue la de 1987, donde los chicos de California pudieron anotarse un triunfo en el Boston Garden en un disputadísimo cuarto partido. Luego ganaron la serie y se llevaron el preciado anillo de campeones en el sexto enfrentamiento, ya en el Forum de Los Ángeles.
El espléndido Rod Laver Arena de Melbourne (Australia) presenció en 2002 una de las finales de tenis más épicas de la historia. Al último partido del torneo femenino del Open de Australia de aquel año llegaron la estadounidense Jennifer Capriati y la suiza Martina Hingis, que dominaba con claridad en aquellos tiempos. De hecho, era la sexta vez consecutiva que Hingis llegaba a la final del torneo australiano.
Y dejó constancia de su superioridad en el primer set, que se apuntó por 6-4, y en el comienzo del segundo, que llegó a ir ganando por 4-0. Sin embargo, a partir de ahí la estadounidense empezó a remontar. Pudo salvar una bola de partido y finalmente se anotó el tiebreak de ese segundo set por 9-7. En el tercero, ya con la moral por las nubes, doblegó a la suiza por 6-2.
En 1936, el atleta estadounidense Jesse Owens dejó mudos a Hitler y a miles de nazis con sus espléndidos registros en Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín. En 2009, en el mismo escenario, otro superatleta, Usain Bolt, pulverizaba el récord del mundo de los 100 metros lisos con una marca que nadie ha podido superar hasta hoy.
Aquel 16 de agosto, el atleta jamaicano de solo 22 años cubría la distancia en sólo 9,58 segundos, once centésimas por debajo de su plusmarca mundial anterior. Es uno de los hitos de uno de los mejores atletas de la historia, que también tiene en su poder el récord del mundo de los 200 metros.
Imágenes | iStock.com/NievesMaresPagan
Juan I. Cabrera