Internet revolucionó la forma de comunicarse. Cualquiera puede participar en la red, no importa su jerarquía social o capacidad económica, por lo que el intercambio de opiniones es horizontal e igualitario.
Como consecuencia, el ciberespacio se ha convertido en un importante escenario para las reivindicaciones sociales, también en relación con los derechos de la mujer. Aunque, precisamente por ser un lugar abierto a todos, es posible encontrar en él comportamientos machistas y discriminatorios.
Con motivo del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, se hace imprescindible hablar de problemas como la segunda brecha digital. Es una traslación de la desigualdad analógica al ámbito online, referido al acceso a las nuevas tecnologías y a los estudios y trabajos del sector de las tecnologías de la información y la comunicación. Se reproducen estereotipos marcados por barreras culturales y sociales, y requiere la implicación de las instituciones para establecer planes efectivos que acaben con esa marginación.
Asimismo, es revelador el informe que Amnistía Internacional publicó en 2018: ‘#Toxic Twitter: Violencia y abuso online contra la mujer’, en el que el 23% de las encuestadas declaró haber sufrido abusos o acoso en la red. Son acciones que tratan de intimidar y degradar a la mujer, sin otro objetivo que limitar su derecho a expresarse libremente, llevándola a la autocensura sobre ciertos temas o, directamente, a abandonar las redes sociales.
Para frenar estas actitudes, han surgido asociaciones como Stop Violencia de Género Digital, que ayuda a víctimas de ciberacoso y otros delitos informáticos utilizando el protocolo DIPE:
Por otro lado, las redes sociales han sido cruciales para difundir movimientos revolucionarios como el #metoo. El hashtag que se hizo popular a raíz de las acusaciones contra el productor Harvey Weinstein animó a muchas féminas a denunciar públicamente agresiones machistas. Dos años después, un estudio revelaba que, a raíz de esta campaña, más de la mitad de los solteros había cambiado su forma de actuar con las mujeres.
Otro ejemplo a destacar es la acción iniciada por The Representation Project en 2014 que se encarga de denunciar publicidad sexista. A través del hashtag #NotBuyingIt y una app con el mismo nombre, anima a los usuarios a sacar a la palestra a marcas que hacen un uso sexual y ofensivo de la figura femenina y boicotear sus productos.
El feminismo tiene mucha fuerza en internet, un espacio idóneo para crear comunidad. El movimiento se sirve de webs como Wikimujeres, enciclopedia virtual que recoge el trabajo de las mujeres olvidadas por la historia, y Mujeresenred, un periódico online que trata todo tipo de temas culturales, educativos, económicos y sociales desde la perspectiva de la paridad.
También es destacable el trabajo de la Asociación E-mujeres, cuyo objetivo es fomentar el uso de las nuevas tecnologías entre mujeres, y de la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género (AHIGE), que apela a la población masculina para que tome conciencia sobre el machismo.
Por último, una serie de consejos para evitar situaciones de segregación en la red. Para ello se pueden trasladar las reglas de la netiqueta al ámbito de la igualdad de género:
No se trata solo de no participar en acciones discriminatorias, sino, en la medida de posible, denunciarlas. Porque la lucha en favor de la igualdad es una lucha colectiva.
Por Noelia Martínez
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