Según datos de Kaspersky, casi la mitad de los emails que se envían son spam. Y aunque muchos puedan pensar que es inofensivo, no es así. No solo ocupa almacenamiento o entorpece el acceso a mensajes verdaderamente importantes, sino que también puede contener software malicioso.
Para evitar estos problemas, hemos reunido unos sencillos consejos que impedirán que el correo no deseado sea masivo.
Casi todos los proveedores de correo incorporan un filtro que detecta el correo basura más evidente, como el que incluye intentos de phising. Pero igualmente es posible enviar a la carpeta de spam los emails que superan esa barrera.
En Gmail, por ejemplo, solo hay que seleccionar el mensaje en cuestión para que aparezca en la parte de arriba la opción de un octógono con un símbolo de exclamación que quiere decir ‘marcar como spam’.
Aunque si siguen llegando mensajes no deseados desde esa dirección, una forma de impedirlo es bloquear por completo al emisor. De nuevo en Gmail, se debe abrir el correo electrónico y hacer clic en los tres puntos verticales que se mostrarán en la parte superior. Aparecerá la opción ‘Bloquear a X’, pero también otras muy interesantes como ‘Denunciar suplantación de identidad’, si ese es el caso.
Otra solución es crear una dirección de correo alternativa. La primera serviría solo para temas laborales y personales, mientras que la segunda puede tener un uso más público y emplearla en foros, redes sociales, ecommerces… En muchas ocasiones, los ciberdilencuentes obtienen datos de usuarios a través de ataques a estas webs.
Si la idea de una segunda dirección resulta engorrosa, es posible usar un servicio de emails temporales. No necesitan registro ni identificación, por lo que no hay forma de rastrear al propietario y la mayoría desaparecen en tan solo unas horas. Algunas de estas herramientas son Gmailnator, que funciona en webs que piden el correo de un dominio verificado; o Temp-mail, que se sirve de diferentes dominios.
Es importante proteger la dirección de correo y no hacerla pública en demasiadas webs. Algunos spammers usan programas de seguimiento que rastrean los correos y averiguan qué direcciones son reales y cuáles no. Cuando un remitente abre uno de esos emails, los emisores reciben inmediatamente un mensaje de confirmación. Así saben que la dirección es válida.
Por eso, otro de los consejos más evidentes es no responder nunca a los mensajes de spam. Hacerlo es comunicarle al spammer que la cuenta está operativa, una invitación para que siga molestando al usuario.
También existen aplicaciones y programas que impiden que el spam llegue a la bandeja de entrada. Mailwasher es un software gratuito que funciona con Gmail, Outlook, Hotmail o Yahoo. Spamfence es otro de los más conocidos. Usa dos direcciones de correo para filtrar los correos basura.
Al subscribirse a cualquier servicio, aparece la opción ‘Acepto las políticas de privacidad’. Aunque una encuesta de 2018 reveló que más del 60 % de los españoles no las lee nunca, es muy útil hacerlo. Muchas veces revelan si la empresa dará los datos personales a terceros.
Aunque los usuarios más veteranos ya lo saben, no está de más explicar a los más jóvenes o a las personas mayores que se incorporan al mundo digital que nunca hay que compartir cadenas de emails, especialmente si piden que se haga. Son grandes recolectores de direcciones de correo.
En ocasiones, llamamos spam a lo que en realidad son newsletters de marcas comerciales o servicios de alertas que el propio usuario activó en su momento y que tal vez ya no necesita. Darse de baja suele ser muy sencillo, lo más común es que al final del propio email se incluya un enlace para cancelar la suscripción.
Por Noelia Martínez
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