El puerto de infrarrojos está cada vez menos presente en los teléfonos móviles. Sin embargo, sigue siendo una tecnología muy interesante. Te contamos por qué y cómo puedes sacarle partido.
Cuando vamos a comprar un móvil, prestamos atención a aspectos como el procesador, la memoria RAM, la capacidad de almacenamiento, la duración de la batería o la calidad de la cámara. Muy pocas veces pensamos en si tiene un emisor de infrarrojos, aunque hay usuarios que aprecian mucho esta tecnología.
¿Por qué? En un principio, los móviles usaban los infrarrojos para compartir archivos entre sí, algo que exigía que los aparatos estuvieran muy juntos. Sin embargo, con el tiempo la conexión bluetooth se ha impuesto como estándar universal para esta labor. Pese a ello, un sensor de infrarrojos sigue teniendo su razón de ser, pues convierte el móvil en un sustituto de casi cualquier mando a distancia.
Mando a distancia para todo
Y eso es muy cómodo. Porque muchas veces uno se vuelve loco buscando el mando del televisor, por ejemplo, en las rendijas del sofá o bajo los cojines, y ahí un mando a distancia con infrarrojos puede ser salvador. También puede valer para subir el volumen de la barra de sonido, o para ajustar la temperatura del aparato de aire acondicionado. En fin, con el infrarrojos, el móvil, que ya de por sí es una verdadera navaja suiza, se vuelve más útil y polivalente aún.
Sin embargo, no todos los smartphones del mercado llevan infrarrojos, ni muchos menos. De hecho, para ser honestos, son pocos los modelos que lo incluyen. Poco a poco, los fabricantes han ido prescindiendo de esta funcionalidad. Y esto es en parte así porque las marcas se las ingenian para presentar dispositivos resistentes al agua, y al final los infrarrojos suponen hacer un agujero más en la carcasa. Y eso no ayuda a garantizar el famoso waterproof.
¿Cómo podemos saber si nuestro móvil viene con infrarrojos?
Una forma muy intuitiva es mirar en el borde superior del aparato si hay un punto rojo oscuro, como el que tienen los mandos de televisión. Además, podemos comprobarlo instalando una aplicación que nos permita controlar dispositivos electrónicos por medio de este sensor. De esta manera, al descargar la app (las hay tanto para Android como para iPhone) ella misma nos dirá si disponemos de esta tecnología. Si no es así, es posible que nos dé la posibilidad de controlar el televisor a través de wifi.
Hay varias aplicaciones de este tipo. Una de ellas es AnyMote Universal Remote, aunque en este caso no es compatible con teléfonos de Huawei o Sony, y con varios modelos de otras marcas. Se trata además de un software muy ligero (no llega a 15 MB) y fácil de usar. Otra opción bastante válida es la Universal Remote Control - Lean Remote, para Android. Pero no son las únicas. Para asegurarnos de la compatibilidad con nuestro teléfono, conviene leer bien las especificaciones de la app antes de instalarla y configurar nuestro móvil como mando a distancia.
La alternativa está en los accesorios
Si tu móvil no tiene puerto de infrarrojos, pero quieres en cualquier caso convertirlo en un mando a distancia, todavía hay una alternativa. Consiste en añadirle un periférico que haga esta función, y que se conectará a través del jack de los auriculares o del puerto de carga.
Hay dispositivos de este tipo, como GuDoQi, desde unos 15 euros en Amazon. Este accesorio, que vale tanto para Android como para iOS, permite llegar a controlar con el móvil la casi totalidad de los aparatos de la casa y tiene un alcance suficiente de hasta 12 metros. Eso sí, para que GuDoQi y otros añadidos del estilo funcionen tendremos que descargarnos aplicaciones específicas como Control remoto: ZaZa Remote (en Android) o Uni TV zaza Remote (en el App Store).
Por Juan I. Cabrera
Imágenes | GuDoQi, iStock.com/Tero Vesalainen
