Puede que nunca te haya surgido la duda, porque simplemente te limites a abrir la cámara y utilizar el formato de fotografía por defecto. Pero si has investigado un poco quizá te hayas preguntado cuál de los formatos de imagen disponibles en la actualidad es más conveniente a la hora de hacer fotos con tu smartphone.
Hablamos de tipos de archivos de imagen que seguro te sonarán, como el JPEG o el formato GIF, pero también de otros que son menos conocidos como el DNG y el HEIFF ¿Cuál es el más interesante para hacer fotos? Te lo contamos.
Son muchos los que se han aficionado a la fotografía a través de los móviles. Un dispositivo que fotográficamente hablando no es quizá el mejor pero que, desde luego, ha democratizado la fotografía al hacer que todos llevemos una cámara de fotos en el bolsillo.
Por eso, aunque su popularización haya sido la ruina para los fabricantes de cámaras más sencillas, los teléfonos móviles han ayudado a que hoy día se hagan más fotos que nunca… Pero ¿cuál es el mejor formato para hacerlas?
No es lo mismo hacerlo en formato DNG, que en JPEG que en HEIF. Elegir uno u otro cambia bastantes cosas, sobre todo la calidad que tendrá finalmente la imagen y, muy importante, el espacio que la foto ocupará en la memoria de nuestro terminal.
Formato Vs relación de aspecto
Por cierto, antes de entrar en materia vamos a aclarar una duda habitual respecto al término “formato” ya que es bastante usual asimilarlo al de “relación de aspecto”. Normal cuando la propia RAE incluye como una de las acepciones del término “formato” como “Tamaño de una fotografía, de un cuadro, etc”.
En este artículo, como hemos adelantado, estamos hablando de formato de foto en referencia al tipo de archivo informático en el que se guardan las imágenes y cómo se hace este proceso en cuanto a compresión de la información, etc.
Pero es cierto que también podemos hablar de formato de imagen referido a la relación de aspecto de una fotografía. En este caso nos estaríamos refiriendo a su proporción. Es decir, a la relación que existe entre el ancho y alto de una imagen.
Denominado también ratio de aspecto, proporción de aspecto o razón de aspecto, hace referencia a la proporción entre altura y anchura de la fotografía y se calcula simplemente dividiendo ambos parámetros.
Los formatos o relaciones de aspecto más comunes en fotografía son el 4:3, 3:2, 16:9 y 1:1 (que sería el formato cuadrado típico de Instagram) y, lógicamente, es un dato que influye en el uso de que le demos a la imagen.
Por ejemplo, la . Depende del formato de estas puede ocurrir que las fotografías impresas aparezcan recortadas o, por el contrario, no cubran todo el área del papel fotográfico.
Por último, tampoco debemos confundir estos dos conceptos con el de tamaño de imagen. Este se refiere a la relación de píxeles que puede tener una fotografía de acuerdo a las características del sensor con el que esté hecha.
Esto determinará el tamaño final al que se puede imprimir la foto pero, aunque son términos que están estrechamente relacionados, no depende ni del formato del archivo ni de la relación de aspecto.
El estándar JPEG
Es el formato por defecto en prácticamente todos los teléfonos móviles y también en la mayoría de cámaras fotográficas. Presentado en 1986, recibe su nombre Joint Photographic Experts Group del nombre del comité de expertos que desarrolló este estándar de compresión y codificación de archivos e imágenes fijas.
La versión definitiva del formato data de 1994 y, aunque parezca mentira y se han presentado variedades posteriores (como JPEG XL. XR, XS. XT…), sigue siendo perfectamente válido y utilizado en millones de dispositivos sin prácticamente apenas cambios.
La razón es que es un formato de imagen que ofrece una excelente relación de compresión. Es decir, posibilita eliminar la información redundante de una fotografía sin pérdidas de calidad y, a cambio, comprime mucho la información necesaria para almacenar el archivo.
Para ello, sus algoritmos comparan cada píxel de la imagen con los circundantes y los eliminan si son redundantes. Por supuesto esto depende de la compresión que queramos aplicar. También es importante saber que cada vez que editemos una imagen en JPEG se producirá una nueva compresión y que la información que se desecha se pierde.
Sin embargo, como ya decimos, la relación entre peso y calidad es muy buena, motivo por el que sigue siendo el estándar. De hecho, podemos decir que es el estándar mundial de fotografía, lo que es una ventaja a la hora de compartir fotografías.
DNG, el formato en crudo
Se trata de un formato típico del ámbito más profesional de la fotografía, aunque para nada exclusivo de quien quiera sacar más partido de sus fotos, aunque las haga con el móvil.
DNG son las siglas de Digital Negative y aunque es un formato abierto fue desarrollado por Adobe que lo hizo público en 2004 buscando ofrecer una estándar para los archivos de fotografía de tipo RAW.
La cuestión es que cada fabricante de cámaras fotográficas y desarrolladores de software relacionado utiliza su propio archivo RAW y el DNG surgió como respuesta a la necesidad de tener un estándar común.
Lo cierto es que las cámaras siguen usando sus propios archivos RAW, pero DNG sí se ha extendido y ya es bastante común en muchos móviles, sobre todo los más potentes que, al mismo tiempo, suelen ser los mejores dotados fotográficamente.
Si os habéis perdido con todo esto tranquilos: un RAW (y por extensión DNG) no es más que un archivo que conserva todos los datos que el sensor recoge al tomar una fotografía.
Por eso se le llama archivo “en crudo” (de ahí viene lo de RAW) o en bruto, porque guarda toda la información sin comprimir y está sin procesar. Esto provoca que los archivos sean considerablemente mayores que los JPEG; a cambio, conserva todas las posibilidades para una posterior edición.
Para entenderlo mejor, hay que saber que normalmente una cámara o un móvil, cuando se hace una fotografía, recoge toda la información del sensor y la procesa, aplicándole una serie de parámetros relacionados con el brillo, el color, el enfoque, etc. Se trata de obtener una imagen lo más “acabada” posible, que luego se guarda en un formato comprimido a un tamaño determinado.
Por eso, si elegimos guardarlas en RAW probablemente la foto resultante no sea tan atractiva. A cambio tenemos todo un universo de posibilidades para editarla a posteriori en todos sus parámetros y extraer lo mejor de la imagen, incluyendo guardarla al tamaño original.
HEIF, lo más nuevo
El último formato en liza es el más reciente, creado en un nuevo intento de sustituir al popular archivo JPEG esta vez por parte de Apple, quien lo incluye en sus iPhone y por eso ha logrado cierta popularización. Lanzado en 2017 junto a iOS 11, la versión 11 de su sistema operativo, su nombre responde a las siglas de High Efficiency Image File Format.
Ha sido desarrollado por el MPEG (Moving Picture Experts Group), con algoritmos de compresión parecidos a los que usan los formatos de vídeo H.265 o HEVC. Más que un formato de imagen HEIF es un “contenedor de imágenes”, lo que significa que puede incluir tanto imágenes como sonido y texto.
Así, es posible almacenar en él una secuencia de imágenes, motivo por el cual es el formato preferido para las populares fotos animadas conocidas como Live Photos de los iPhone (que también ofrecen ya muchos otros móviles).
En cuanto a la compresión, permite almacenar la información con menor peso gracias a que utiliza algoritmos más avanzados y además soporta fotografías de 16 bits de profundidad de color (frente a los 8 bits del JPEG). Por ello, ofrece la misma calidad que los JPEG, o incluso mejor, pero con menos peso.
¿Cuál es el mejor formato para tomar fotos?
La pregunta entonces es obvia ¿Qué formato es mejor? ¿Cuál elijo para hacer mis fotografías? Pues todo depende. Hay varias cuestiones a tener en cuenta: primero, y sobre todo, el destino que le vayamos a dar a nuestras fotos.
Si las hacemos por “amor al arte”, como mucho las vamos a compartir en redes sociales y no tenemos intención de hacer impresiones de gran tamaño, los formatos comprimidos JPEG y HEIFF son perfectos y nos permiten ahorrar espacio.
Si contamos con un teléfono que admite el formato HEIF no es mala elección, sobre todo si queremos ahorrar espacio. Pero hay que tener en cuenta que posiblemente haya que convertir las fotos posteriormente a JPEG si vamos a usarlas para algo.
Por eso, decantarse por el JPEG siempre será buena idea, acordándonos de que la imagen se degradará cada vez que la editemos.
Si, por el contrario, tenemos “intenciones artísticas”, sin duda el elegido sería el DNG (RAW). Es cierto que requerirá un proceso posterior de edición pero conservaremos toda la información para poder corregir las tomas si algo ha salido mal.
Igualmente deberíamos recurrir a esta opción si hablamos de hacer fotos en condiciones más o menos difíciles (interiores con poca luz, lugares con contrastes extremos, escenas nocturnas, etc), porque esto nos permitirá mejorar mucho la fotografía.
Está claro, cada formato de fotografía tiene sus ventajas e inconvenientes, pero con estas claves que os hemos dado ahora tenéis más información para poder elegir el que más os conviene al hacer vuestras tomas.
Por Óscar Condés
Imágenes | Dan Smedley, Redd F, Charlotte Butcher, Emre Karataş, Kai Cheng y Bence Boros en Unsplah
Habla de los tamaños, interesante meterlos
