Resulta habitual recibir una llamada de un número desconocido. Sin embargo, no siempre es conveniente dar la misma respuesta a este hecho tan cotidiano. Conviene adquirir ciertos hábitos y algunas precauciones básicas.
Responder sin más puede salir mal
Muchas personas parten de la idea de que todas las llamadas deben ser respondidas. Si al otro lado hay un interlocutor no deseado, ya tomarán las medidas que vean en el momento. Sin embargo, esa actitud puede ser equivocada.
Por desgracia, muchos tipos de delitos se preparan a través de llamadas telefónicas. Estas buscan recabar datos para planear ataques en robos de viviendas, agresiones físicas, extorsiones, secuestros, delitos sexuales…
Con solo descolgar el teléfono y decir unas pocas palabras, los delincuentes pueden aproximar, entre otros aspectos, edad, sexo y estado de salud. E, incluso, aventurar posibles detalles de nuestra personalidad. Al fin y al cabo, la voz dice mucho de nosotros.
Y el problema no queda ahí. Algunas personas continúan la conversación y acaban dando detalles sobre costumbres, ubicación y acompañantes, entre otros. El delincuente puede hacernos un perfil bastante aproximado en muy poco tiempo.
Algunos deciden que lo mejor es dar información falsa. Esto también es un error. Las organizaciones criminales pueden tratar a través de técnicas estadísticas los datos ofrecidos e inferir cuáles no son verdaderos. Y nuestras mentiras también dicen mucho de nosotros.
A ello debemos añadir que las llamadas pueden no ser aleatorias. Hay que tener en cuenta que todos los días estamos prestando datos confidenciales por muchas razones. Por ejemplo, trabajo, ocio, consumo, asistencia a eventos, navegación web… Por fortuna, hay una estricta normativa de protección de datos, pero la posibilidad de una fuga de información siempre existe.
Cuándo y cómo responder a la llamada de un número desconocido
Estas pautas pueden ayudarnos tanto a decidir si descolgar o no como a responder de la forma más adecuada.
Los números largos suelen provenir de empresas
Suelen responder a extensiones de una gran organización. Así, si en un hospital cada trabajador tiene su teléfono, lo más probable es que, al llamarnos por una consulta, aparezca un número largo. Algunas veces, las primeras cifras coinciden con el número de la centralita.
Estos números son utilizados con frecuencia en proveedores de suministros, en oficinas públicas, colegios, hospitales… Por tanto, no descolgar el teléfono puede frustrar una comunicación necesaria.
El uso de la protección contra spam
Los sistemas operativos de los móviles suelen disponer un filtro que ayuda a distinguir las llamadas spam. El funcionamiento se basa en la introducción de un mensaje de alerta donde debería aparecer el nombre del contacto (si lo hubiésemos tenido en la agenda) o el número (si no estuviese entre nuestros contactos, pero tampoco en la lista de sospecha de spam).
Lo normal es que estos sistemas nos den varias opciones. Podemos bloquear las llamadas sospechosas, rechazarlas por nosotros mismos o dejar que suenen sin contestar. También suelen permitir consultar el rastro a través del historial y del buzón de voz. Esto nos permite mantener la alerta ante posibles falsas sospechas de spam.
Investigar al llamante
De forma ocasional, puede ser prudente investigar quién es la persona que llama. Unas veces puede ser necesario para no descartar comunicaciones necesarias. Otras, para estar advertidos de peligros.
En general, suele ser suficiente con teclear el número en un buscador. Si es una llamada fraudulenta, lo más probable es que encontremos testimonios de perjudicados. De ser legítima, puede que hallemos información sobre el propietario del número.
Por último, conviene tener en cuenta que, en ocasiones, también nuestro número puede resultar desconocido. Si tenemos un negocio, puede resultar interesante disponer de una ficha en Google My Business. Así, aparecerá nuestro nombre de empresa en las pantallas de dispositivos Android a los que llamemos.
Por Gonzalo García Abad.
Imagen | Utsman Media en Unsplash
