Cambiar tu IP dinámica por una IP fija puede ser interesante en algunos casos. Te explicamos cómo puedes hacerlo y qué debes tener en cuenta.
¿Qué es la dirección IP?
IP son las siglas en inglés de protocolo de internet, el principal protocolo de comunicación. Dentro de él, existe un conjunto de cifras que nos identifican, al que denominamos dirección IP.
Existen dos tipos de direcciones IP: las públicas y las privadas. Las primeras identifican externamente a los equipos o dispositivos que se conectan directamente a internet como, por ejemplo, un router. Las privadas, por su parte, engloban los distintos elementos de una red privada que se comunican entre sí.
Para comprenderlo mejor, podemos hacer una comparación con las direcciones de los edificios. La IP pública sería como el conjunto de información que se manifiesta conociendo el país, provincia, localidad, calle y número de portal. Conociéndola, ya sabemos a qué edificio nos tenemos que dirigir.
Sin embargo, dentro de él, tenemos que saber a qué puerta llamar. Si nos pone “décimo piso, puerta b”, es seguro que habrá muchas direcciones en el mundo que estarán ubicadas en el décimo piso, puerta b, pero solamente una en ese mismo edificio. En una red privada pasa lo mismo: la IP privada debe ser única para cada elemento de la red.
¿Qué diferencia una IP fija de una dinámica?
Es habitual conectarse a través de una IP pública que sea dinámica. Eso significa que no es la misma todo el tiempo, sino que cambia. Eso nos puede ofrecer algunas ventajas en términos de seguridad. Por ejemplo, podemos añadir privacidad, evitando que alguien pueda seguir la pista que deje siempre la misma IP.
Sin embargo, nos puede interesar tener siempre la misma IP, es decir, contar con una IP estática o fija. En el caso de una red privada, por ejemplo, nos puede interesar controlar qué equipos o dispositivos de la red tienen acceso.
En el caso de la IP pública, te permite acceder a funcionalidades que pueden ser muy interesantes como las siguientes:
- Acceso remoto a un equipo sin que el equipo desde el que accedamos tenga que formar parte de la misma red local.
- Conexión remota a otros tipos de dispositivos como, por ejemplo, cámaras de videovigilancia.
- Ciertas ventajas en la conexión como podría ser, por ejemplo, una velocidad algo mayor de carga y descarga o una menor latencia.
- Conexión a servidores FTP o web.
- Podremos acceder a ciertas aplicaciones y servicios que nos exijan hacerlo empleando siempre la misma IP.
Cómo cambiar a una IP fija en macOS
En “Preferencias del sistema” haremos clic en “Red” y, una vez allí, elegiremos “Avanzado” y TCP/IP. En el desplegable "Configurar IPv4" seleccionamos "Usar DHCP con dirección manual". Pondremos la IP en el cuadro de texto “Dirección IPv4”.
Cómo cambiar a una IP fija en Windows 10
En el centro de redes y recursos compartidos deberemos acceder a nuestra conexión y nos aparecerá un menú desplegable con su estado y en el que pulsando en “Propiedades” podremos acceder a diversas opciones. Una vez allí, haremos clic en “Protocolo de Internet versión 4 (TCP/IPv4)”, donde podremos elegir el apartado “Usar la siguiente dirrección IP” para asignar las cifras correspondientes a nuestra IP fija.
La IP fija y la dinámica son dos caras de una misma moneda. El empleo de una u otra dependerá de las necesidades concretas que tengamos. En todo caso, es bueno conocer no solamente los procedimientos que habremos de emplear, sino también las ventajas e inconvenientes de cada opción.
Por Gonzalo García Abad.
Imagen| Glenn Carstens-Peters en Unsplash
