La privacidad del navegador es una preocupación frecuente de los usuarios de internet. No es raro, ya que los datos empleados de forma maliciosa pueden comprometer nuestra seguridad física y digital y la de las personas con las que nos relacionamos. Además, también pueden servir para atacar a nuestros bienes.
Aunque ese riesgo existe y es el que más miedo genera, hay otro problema que parece menos angustioso, pero es más probable. Se trata del giro de la experiencia de navegación. Todos esos datos pueden emplearse para dirigirnos hacia la toma de decisiones digitales. Algunas veces eso nos ayudará; otras, puede que pretendan manipularnos en nuestro perjuicio. De cualquier forma, conviene saber cómo funciona la configuración de la privacidad del navegador.
Las extensiones pueden permitir una experiencia de navegación más adaptada a nuestras necesidades. Con ellas, podemos, por ejemplo, bloquear anuncios, gestionar opciones de seguridad y privacidad, adaptar las preferencias de uso y acceder a la información en condiciones especiales, entre otros aspectos.
Sin embargo, con cada extensión que añadimos, estamos dando nuevos datos que nos identifican a nosotros y nuestro comportamiento. Tengamos en cuenta que las técnicas de rastreo digital nos siguen a partir de un conjunto de características o peculiaridades.
De este modo, cuando nos rastrean, tienen muchos elementos para saber que somos nosotros y averiguar cómo navegamos. Imaginemos que cuando navegamos lo hacemos con una sola extensión. El número de usuarios que lo hacen es muy elevado y, por lo tanto, saberlo no es muy identificativo. Sin embargo, si lo hacemos con 100 extensiones, el número de usuarios en los que coincidan las mismas 100 extensiones será muy reducido (lo más probable es que solo nosotros coincidamos).
Por lo tanto, lo recomendable es establecer ciertas prioridades. Navegaremos con las extensiones que necesitemos, pero no más. De este modo, podremos tener los elementos más importantes de personalización sin comprometer demasiado la confidencialidad.
Aunque un exceso de extensiones puede dejar una huella fácil de rastrear, no es menos cierto que hay extensiones con las que podemos lograr funciones de privacidad interesantes, como:
Podemos tomar algunas iniciativas en la configuración del navegador, entre las que destacan:
Como vemos, la configuración de la privacidad no siempre es sencilla. Sin embargo, la información debe ser el norte que guíe nuestras decisiones. Es conveniente dedicar el tiempo necesario a documentarnos para valorar razonablemente cómo queremos que sea nuestro equilibrio entre experiencia de uso y privacidad.
Por Gonzalo García Abad.
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