Son muchas las tecnologías aplicadas a nuevas experiencias de pago. Están cambiando nuestros hábitos de consumo y ayudan a que las empresas puedan realizar sus tareas con mayor sencillez. ¿Cuántas de ellas conoces?
Es la cara visible de todo tipo de servicios electrónicos de pago. Gracias a ellas, podemos hacer las operaciones con nuestro dispositivo y obtenemos mucha información de las entidades.
Son las que facilitan el intercambio de datos. En los pagos, eso permite contar con los servicios de varias empresas. Así, es posible aprovechar ventajas como la obtención de información sobre cuentas que no están en la app de la entidad.
Es un concepto clave en los pagos. La mayoría de los instrumentos electrónicos para su realización y para los servicios asociados necesitan tener detrás una infraestructura y unos dispositivos que permitan la conexión a internet.
Se trata una tecnología muy apropiada para transferir la información entre el dispositivo o tarjeta y el datáfono. La cercanía a la que se efectúa la comunicación hace difícil el robo de datos o la manipulación del pago. Además, no es necesario el emparejamiento previo de los dispositivos, se evitan interferencias y tiene un bajo consumo de energía.
A través de partes del cuerpo como la cara, el iris y la huella dactilar, se logra que las aprobaciones de flujos de dinero y datos ligados a los pagos sean más seguras. Tengamos en cuenta que son elementos que forman parte de nosotros y que son muy complicados de suplantar.
Esta tecnología pretende revolucionar los pagos que implican un amplio intercambio de documentos y otras informaciones, como los internacionales. Gracias a ella, es posible generar registros más creíbles y difíciles de cambiar. Además, favorece la automatización de los pagos y otras operaciones ligadas a los contratos.
Introduce elementos virtuales en la experiencia real de pago. Así, puede añadirse información que facilite las transacciones. Un cliente puede recibir instrucciones de pago, orientaciones, datos sobre los artículos que va a comprar e, incluso, herramientas para visualizar lo que va a adquirir en un entorno determinado.
El pago es una parte esencial de la experiencia de consumo guiada por la realidad virtual. Llegado el momento, en entornos de este tipo se puede añadir capas de información de forma semejante a como hace la realidad aumentada en entornos reales. Entre otros aspectos, destacan los datos sobre los precios, las instrucciones de pago y la resolución de conflictos en las transacciones.
Permiten resolver las dudas de empleados y clientes al realizar pagos. Hacen más fluidos los procesos, ya que hay una figura virtual a la que recurrir que está disponible de forma continua. No descansa y sigue aprendiendo de las transacciones anteriores para mejorar el soporte.
Hoy es posible sustituir la vieja tarjeta de plástico no solo por el móvil, sino por otros dispositivos, como relojes, gafas, prendas conectadas… De esta manera, podemos llevar con nosotros un medio de pago en una mayor variedad de situaciones. Incluidas aquellas en las que hemos olvidado los instrumentos habituales o no resulta cómodo o apropiado llevarlos con nosotros.
La quinta generación de dispositivos conectados va a hacer que los pagos sean más rápidos. Además, en el futuro, se espera que cada pago suponga un mayor intercambio de datos, como los biométricos, los de patrones de compra y otros que intenten evitar fraudes. Con 5G, todos esos procedimientos podrán efectuarse de forma más fluida.
Estas y otras tecnologías de pago pretenden cambiar la manera en la que consumimos y trabajamos. Algunas se ven superadas pronto por otras que resultan más convenientes en las transacciones comunes. En cualquier caso, se va acumulando un conocimiento clave para avanzar en la línea de pagos cada vez más inteligentes.
Por Gonzalo García Abad.
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