Vivimos en una época en la que nos pasamos gran parte del día conectados a internet, ya sea en el trabajo, en casa, o por la calle desde el móvil. Y es habitual que, cuando nuestra tarifa de datos llega a su límite y la navegación se hace extremadamente lenta, acojamos como una bendición ese cartel de “conexión wifi” o “wifi gratis” en una cafetería, un hotel, un centro comercial o una estación de tren.
Las redes wifi públicas son aquellas que, protegidas o no por una contraseña de acceso, permiten la conexión al mismo tiempo de muchos usuarios. Sin embargo, debemos saber que no son seguras y que, al hacer uso de ellas, podemos exponernos sin necesidad a una serie de riesgos, tal como recuerda la Oficina de Seguridad del Internauta (OSI) del Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE).
Si realizamos la conexión sin contraseña (lo que se conoce como red abierta), los datos que transmitimos pueden ser leídos por cualquiera, tanto el administrador como otros usuarios conectados a la red. Así, la información queda expuesta a cualquiera que sepa cómo leerla, y para ello no es necesario tener unos conocimientos técnicos muy elevados.
Del mismo modo, según la OSI, “alguien malintencionado podría configurar su equipo para hacer de intermediario de la comunicación entre nosotros y el servicio (por ejemplo, Facebook), modificando o eliminando la información intercambiada, que pasaría a través del ciberdelincuente”.
Además, al formar parte de una red pública en la que existen otros usuarios conectados, nuestro dispositivo está expuesto y visible a los demás usuarios presentes en la misma. Por tanto, somos susceptibles de recibir cualquier tipo de ataque desde uno de estos equipos conectados, por ejemplo, ser infectados con un virus.
En un momento dado, podemos tener la tentación de conectarnos a una red ajena, abierta o protegida, utilizando herramientas de piratería. Sin embargo, esta práctica constituye un uso ilícito de servicios de terceros que puede tener consecuencias legales. Además, destaca la OSI, “puede darse el caso de que esa red wifi no presente contraseña o sea especialmente fácil de hackear precisamente para atraer víctimas a ella y así robar los datos al pícaro usuario”.
Si uno lo puede evitar, lo mejor es no conectarse a redes inalámbricas públicas porque, como ya hemos visto, entrañan riesgos. Si finalmente vamos a hacerlo, la OSI da una serie de pautas a tener en cuenta.
Imagen | Bernard Hermant (Unsplash)
Por Patricia M. Liceras