Con el cambio de siglo, incluso antes de que los teléfonos se hiciesen inteligentes, fueron llegando los móviles con cámara. Quizá a numerosos usuarios esa sencilla incorporación les pareciese una funcionalidad más, pero la realidad demostró que fue un cambio disruptivo.
No mucho antes la fotografía había vivido una transformación que el tiempo demostró radical. Se iba apartando el carrete para abrazar el formato digital. Cada vez se revelaban menos fotos y se tomaban más imágenes que podían ser visionadas en pantallas. Con ello también llegaron grandes posibilidades para la edición.
Unos años más tarde irrumpieron los primeros smartphones. Desde ese momento, se abrían nuevas opciones de conectividad en las que la imagen tenía un gran protagonismo. El usuario quería formar parte de ese proceso con sus propias fotografías.
Poco más adelante llegaría la explosión de las redes sociales. Muchas de ellas tienen en la imagen y la inmediatez dos de sus principales puntos de apoyo. No es raro, por tanto, que hoy los principales fabricantes de dispositivos móviles hayan iniciado una competición por incorporar las últimas mejoras en sus equipamientos fotográficos.
El resultado de este proceso es una nueva conectividad, mucho más visual. Antes el rey de las telecomunicaciones era la voz y la transmisión de imágenes quedaba prácticamente restringida a la televisión. Eso sí, internet supuso una nueva vía para hacer llegar contenidos de foto y vídeo.
Hoy es cada vez más frecuente recurrir al móvil para realizar videoconferencias, compartir fotos y documentos gráficos. Incluso las cámaras se han vuelto un aliado en el reconocimiento de caras. Y, finalmente, las imágenes se han convertido en materia prima para múltiples aplicaciones móviles.
En ese recorrido, la fotografía se ha aliado con numerosas tecnologías como, entre otras:
El hecho es que hoy se venden pocos smartphones sin cámara y, en general, se dirigen a públicos que quieren mantener una conectividad restringida.
Pero no solamente la fotografía revolucionó el mundo de los dispositivos conectados, sino que también se produjo la influencia en el sentido inverso. En las últimas décadas ha nacido una fotografía móvil artística.
El móvil lo llevas contigo en la mayoría de las situaciones cotidianas. Esto da la posibilidad de encontrarse multitud de buenas escenas no planificadas para fotografiar. Aporta espontaneidad y una cierta sencillez. Los protagonistas son la composición y la luz.
En todo caso, en los últimos tiempos se está produciendo una carrera por incorporar un equipamiento fotográfico cada vez más sofisticado a los dispositivos móviles. Cada vez son más versátiles, lo que hace que incluso profesionales o aficionados avanzados consideren su smartphone como una buena segunda opción cuando no tienen a mano el equipamiento que hubiesen deseado.
El resultado es que está surgiendo una nueva sensibilidad artística en la fotografía. Hay más espectadores interesados y se incrementa el número de aficionados que toman sus propias imágenes. Los profesionales llevan un instrumento siempre dispuesto para disparar.
Probablemente, las personas que se decidieron a lanzar la carrera por incorporar una cámara a aquellos móviles de hace dos décadas ya sabían que estaban esbozando un cambio de gran alcance. Hoy lo cierto es que son tantas las posibilidades que se abren que no sabemos hasta dónde podrá llegar la revolución de la fotografía móvil.
Por Gonzalo García Abad.
Imagen|Luciano Mast