El wifi es como un miembro más de la familia en millones de hogares. También ha llegado a innumerables negocios y edificios oficiales e, incluso, hay calles, plazas y lugares públicos que disponen de este sistema de forma gratuita. No obstante, nunca viene mal conocerla un poco más de cerca.
Es una solución tecnológica para la conectividad a través de las ondas. Logra transmitir de un emisor a un receptor datos sin necesidad de emplear cables que unan ambos equipos o dispositivos.
Esto hace que comparta ciertas características con tecnologías que, por otro lado, son bien diferentes. Por ejemplo, frente al bluetooth y la tecnología NFC, se emplea para transmitir datos a mayor velocidad y distancia, pero también con menores garantías de seguridad y una configuración más compleja.
En realidad, todo ello está bastante relacionado. Transmitir datos a corta distancia reduce los riesgos de que la comunicación sea interceptada. Por ello, cuando nos interesemos por mantener una conexión un poco más lejana, como en el caso del wifi, se hacen necesarios protocolos de configuración más complejos que aporten seguridad.
Por ese motivo, el wifi es muy empleado para conseguir que diferentes dispositivos de confianza (del mismo dueño, por ejemplo) tengan acceso a internet. No obstante, también puede ser utilizado para la transmisión rápida de archivos entre dispositivos cercanos a través de Wi-Fi Direct.
Con estas características, el wifi se ha convertido en la alternativa de conectividad preferida en entornos seguros. Algunos equipos pueden conectarse por un cable Ethernet a un rúter para aprovechar la mayor calidad de esta opción, pero el wifi permite que en un mismo espacio puedan conectarse muchos equipos y dispositivos sin necesidad de cables. Eso tiene, además, la ventaja de que podemos movernos con ellos o fijarlos a una mayor distancia del rúter.
Aunque las bases se han sentado durante décadas, el impulso definitivo al wifi llegó de la mano de un pequeño grupo de seis empresas que en 1999 decidieron trabajar conjuntamente en una nueva tecnología de conectividad que mejorase la experiencia de los usuarios. Se creó la Wi-Fi Alliance, cuyo nombre procede de Wireless Fidelity.
Un año más tarde tuvimos noticia de los primeros productos con certificado wifi y en 2004 ya había móviles y televisiones con él. Poco a poco, se ha ido convirtiendo en un estándar de conectividad imprescindible en muchos equipos y dispositivos. En la actualidad, son varios cientos las empresas que participan en la alianza.
En los últimos años, se han venido desarrollando sucesivas versiones del wifi. La última, llamada wifi 6, llega para aportar mayor seguridad y velocidad, reducir la congestión que pueda producir la conexión simultánea de varios dispositivos y proporcionar un mayor alcance, entre otras ventajas.
Ya se trabaja en nuevos estándares wifi, una séptima versión que llegará en pocos años. Por un lado, el objetivo será evitar las posibles interferencias que pueda ocasionar un futuro con cada vez más dispositivos haciendo uso del espectro radioeléctrico. Además, el wifi aspira a ser una alternativa cercana en velocidad a la conexión con cable Ethernet. Lo que ayudaría a resolver los problemas de conexión dentro de un hogar.
No obstante, también se espera que en un futuro vayan evolucionando todas las tecnologías de conectividad. Algunas de ellas pueden ampliar sus casos de uso. Es posible que los avances sumen a lo que ya aportan otras tecnologías, no las sustituyan. Eso lo vemos hoy con la configuración del wifi a través de la tecnología NFC.
También es posible que aparezcan otros estándares que cubran parte del hueco del wifi, como Li-Fi. Este utiliza las luces LED para efectuar las comunicaciones. Aunque ofrezca mayor velocidad, tiene el inconveniente de que no funciona fuera del área que cubre la bombilla.
Nadie sabe con certeza cómo será el futuro del wifi, pero sí vivimos un presente en el que esta tecnología se ha convertido en cotidiana.
Por Gonzalo García Abad.
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