El 17 de agosto la mayoría de la gente celebra su día, muchas veces sin saberlo. Y es que es la jornada dedicada al Día Mundial del Peatón. No siempre se le da la importancia que merece a esta faceta de nuestra vida en un contexto en el que otros modos de transporte parecen eclipsar a la forma más tradicional de moverse por el mundo.
Y, sin embargo, el recorrido a pie es clave en nuestras vidas por muchos motivos. En todo caso, la tecnología lo tiene presente e intenta transformar de forma positiva la manera en la que caminamos. Veamos los principales cambios.
En primer lugar, la tecnología impulsa la seguridad vial del peatón. Lo hace a través de distintos tipos de vehículos que incorporan sistemas de detección y protección de peatones y otros usuarios frágiles de las vías públicas.
No obstante, el gran cambio llega de la mano de los datos. En un contexto de ciudad inteligente, se dispone de una información cada vez más pormenorizada que contribuye a explicar por qué hay accidentes con peatones involucrados y cómo pueden evitarse en el futuro. Se rediseñan calles, se cambian señales, se introducen nuevas normas y campañas, se realizan seguimientos en tiempo real…
En segundo lugar, la tecnología es una herramienta para proteger a los más vulnerables mientras caminan. No todo son riesgos propiamente viales. Cualquier persona puede, en un momento dado, desorientarse, sufrir una indisposición, un percance… Que haya apps y sistemas de alarma que avisan a las personas de confianza y a los servicios de emergencia facilita que niños, enfermos, personas mayores, etcétera, puedan disponer de más autonomía de forma razonablemente segura.
Caminar es la forma más sencilla de llegar a nuestro destino final. Llegamos a una plaza de aparcamiento, una estación, un aeropuerto, un muelle… Pero luego iniciamos un segundo trayecto. Damos una vuelta por la naturaleza, por la ciudad, nos internamos en un edificio; nos convertimos, por tanto, en peatones.
La tecnología sobrepone a esa etapa final del trayecto la información para convertir el viaje en inteligente. Por ejemplo, podemos seguir una ruta a pie en Google Maps de forma semejante a como se hace con Android Auto en un coche. La realidad aumentada nos completa la información que necesitamos para saber sobre todo lo que tenemos frente a nosotros.
Los datos son el gran factor de empoderamiento de colectivos de peatones vulnerables. Conocemos mejor las situaciones que hacen sus recorridos más precarios y, por tanto, es más sencillo prestarles ayuda y, sobre todo, ofrecerles herramientas tecnológicas que fomenten su autonomía. Las calles y caminos se hacen más inclusivos.
Al mismo tiempo, se da una nueva perspectiva a la sostenibilidad ambiental, especialmente en las ciudades. La tecnología es capaz de poner de relieve la importancia de los viajes a pie en los pequeños recorridos urbanos del día a día. Lo vemos con la restricción de los vehículos a motor de combustión en los momentos en los que los sensores detectan concentraciones elevadas de gases contaminantes.
Pero también vemos el fenómeno contrario. La tecnología puede monitorizar cuándo una afluencia excesiva de peatones circulando en un área puede suponer una presión excesiva para la naturaleza, para los edificios e incluso para las relaciones sociales.
Además, existen medios tecnológicos no solo para mantener la armonía con el entorno, sino para sostener nuestro propio equilibrio personal. Caminar y correr son actividades saludables en muchos contextos y existen apps que pretenden explotar sus ventajas de la forma más inteligente y personalizada.
En general, podemos decir que el desarrollo tecnológico nos lleva a un mundo más amigable con el peatón, pero también que pone de relieve la importancia de que la gente camine de forma cada vez más inteligente, segura y saludable.
Por Gonzalo García Abad.
Imagen | Frank Busch en Unsplash