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Lo bueno, lo malo y lo regular de la enseñanza digital

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Lo bueno, lo malo y lo regular de la enseñanza digital

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La enseñanza digital ha sido uno de los cambios más importantes de las últimas décadas. Por ello, muchas personas se plantean qué la diferencia de la física y cuándo decidirse por una u otra para cursar estudios o recibir cualquier otro tipo de formación.

Lo bueno de la enseñanza digital

La gran ventaja es la mejora de la accesibilidad a contenidos educativos. Pueden recibir formación personas que viven en lugares remotos o que, aun estando matriculados en centros físicos de enseñanza, no se encuentran en ese momento en ellos. Eso ha facilitado que sea un complemento muy interesante para llevarse a casa, al trabajo, a un punto de ocio, a los medios de transporte, etcétera.

 

Además, podemos tener compañeros y profesores que viven en otros sitios. Eso facilita que se alcance la suficiente masa de personas que enseñen o reciban formación sobre temas muy especializados. Incluso algunos programas no existirían de forma física ni tan siquiera en muchas de las ciudades más pobladas del planeta por falta de afluencia. Por tanto, la enseñanza digital ha contribuido a aportar variedad a la oferta educativa.

 

Otro aspecto destacable es el acceso a contenidos de calidad. Los mejores profesores pueden ser ‘convertidos’ en unos y ceros y viajar así a través de internet con destino a grandes cantidades de alumnos en cualquier rincón del planeta.

 

Junto a la accesibilidad, la otra gran baza es la interactividad. Se pueden plantear muchos esquemas de preguntas, respuestas, ejercicios, foros de debate y colaboración… Y también se pueden crear asistentes virtuales que refuercen el papel desarrollado por los profesores responsables.

 

Además, los datos que surgen de la interacción educativa digital pueden ayudar a trazar nuevos caminos. Pueden diseñarse herramientas que ayuden a los profesores a averiguar cuál es el conocimiento que más consolidado tienen los alumnos, a detectar cuáles son las principales dudas y a simular cuáles podrían ser los resultados en diferentes itinerarios de aprendizaje.

Lo malo de la enseñanza digital

El gran punto en contra es que hoy la experiencia educativa digital es mucho menos inmersiva que la física. Las vivencias acaban pasando por canales más protocolizados que los de los centros presenciales.

 

En un centro de formación es posible intercambiar experiencias con otras personas de forma muy fluida. Lo que sucede más allá de las clases puede enriquecer nuestra visión con bastante facilidad gracias a una gran diversidad de perfiles que comparten espacio.

 

Otro aspecto importante es el papel de los elementos materiales. Hoy, con mayores o menores dificultades, es posible recrear de manera virtual aquello que nos entra por la vista o el oído. Sin embargo, es muy complejo explicar en un entorno digital cómo tiene que ser el tacto, el gusto o el olor que deben tener ciertos elementos.

 

Por ello, en estos momentos, la enseñanza digital es solo complementaria en algunos ámbitos, entre los que destacan aquellos que requieren una actividad práctica en talleres, laboratorios o cualquier otro entorno en el que se necesite una experiencia sensorial que vaya más allá de lo audiovisual. De hecho, cerrar esta brecha es uno de los intereses más destacados que tiene el desarrollo a largo plazo del internet de los sentidos.

Lo regular en la enseñanza digital

La experiencia física de educación ha experimentado cambios paulatinos sobre unas bases muy consolidadas. Desde antiguo, escuchar a otra persona, ver e imitar lo que hace, ejecutar acciones supervisadas, mantener conversaciones, leer escritos y escribir y dibujar nuestros propios trabajos han sido los procedimientos habituales para aprender.

 

La enseñanza digital viene cambiando la forma en la que se ejecutan esas y otras tareas. Y lo hace más rápido que cualquier otra transformación educativa del pasado. Se ha dado un impulso a la innovación y creatividad educativas, pero también se camina por un terreno menos consolidado.

 

De hecho, una de las grandes aspiraciones de la enseñanza digital es aprovechar su capacidad de cambio para resultar más adaptativa ante la evolución del entorno. Quizá el futuro pase por complementar los aspectos más consolidados de la enseñanza física con la plasticidad que brinda la digital. Pero ello nos obliga a aceptar que habrá experiencias virtuales más acertadas y otras que no hayan sabido interpretar bien el sentido de las transformaciones.

 

Por Gonzalo García Abad.

 

Imagen | Compare Fibre en Unsplash

 

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