El móvil es casi ya una extensión de cada uno de nosotros. Con la llegada de las vacaciones, nos lo llevamos ‘a cuestas’ a la piscina y a la playa. No reparamos en que, en situaciones así, ponemos en riesgo estos dispositivos tan delicados. Por ello, conviene tener en cuenta una serie de recomendaciones para ahorrarnos disgustos.
Evitar el agua, sobre todo del mar
Aunque existen móviles resistentes a las salpicaduras, nunca es conveniente que entren en contacto con este elemento, especialmente si proviene del mar, pues la sal puede estropear la electrónica en unos pocos segundos. Tampoco les beneficia el cloro de la piscina. Además, conviene secarse completamente las manos antes de usar el smartphone.
En caso de que finalmente se haya mojado, hay que desmontarlo y dejar que se seque durante 24 horas. Si aun así no funciona, habrá que acudir al servicio técnico. Una buena solución son las fundas táctiles que recubren los terminales por completo al tiempo que nos permiten utilizarlos o las bolsas con cierre hermético.
Evitar el sol directo y las temperaturas extremas
Es de sentido común, pero no está de más recordar que a los teléfonos (como a cualquier aparato electrónico) no les sienta bien el calor y mucho menos la exposición directa al sol. Dejarlos, por ejemplo, encima de la toalla mientras nos bronceamos o en una terraza al sol mientras tomamos algo puede sobrecalentar el móvil y estropear la batería o la pantalla. Los dispositivos, siempre mejor a la sombra.
En este sentido, tampoco es buena idea poner el teléfono delante del aire acondicionado para que se enfríe al máximo después de haberse calentado. Lo ideal es apagarlo y dejar que recobre la temperatura habitual, pero sin hacer locuras: ni frigorífico, ni, por supuesto, congelador.
Cuidado con la arena
Además de agua, en la playa hay mucha arena. El problema es que sus minúsculos granos pueden rayar la pantalla o la parte trasera e introducirse por las ranuras del móvil y dañar el mecanismo interno, como los puertos de carga de la batería, el micrófono y el altavoz. Para evitarlo en la medida de lo posible, hay que manejarlo con las manos bien limpias y a resguardo de las ráfagas de viento. De nuevo, la mejor solución son las fundas táctiles y las bolsas con cierre hermético.
No llevarlo en el bolsillo trasero
Con el calor llevamos menos ropa y accesorios, y es habitual que coloquemos el móvil en los bolsillos traseros. En principio esto no supone ningún inconveniente, salvo que nos olvidemos de que lo pusimos ahí, pues podemos doblarlo al sentarnos. Esto provoca fallos internos del sistema, como averías de la placa base y en las conexiones.
Atentos a posibles extravíos y robos
En esta época del año nos relajamos y es más frecuente que perdamos el móvil o nos lo roben. Por ello, es conveniente tener un buen sistema de bloqueo de pantalla, ya sea un patrón, un pin o el reconocimiento facial o mediante huella dactilar, así como activar la verificación de dos pasos en las redes sociales y plataformas que más utilicemos.
Los expertos en seguridad informática también aconsejan (aunque es algo que deberíamos hacer todo el año) realizar copias de seguridad. La agenda, fotos, vídeos y demás datos personales almacenados son material muy sensible en malas manos. Asimismo, en caso de poder, es conveniente tener operativa alguna aplicación de búsqueda del terminal, que incluso permiten borrar los datos de forma remota.
El coronavirus
A estas precauciones se añade este año una más delicada: ¿cómo evitar que los móviles sean vector de transmisión del coronavirus, dado que los tocamos con las manos y los ponemos cerca de la cara?
Desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) recomiendan apagar el dispositivo y, con las manos limpias y desinfectadas, limpiarlo, en primer lugar, con un paño mojado con agua y jabón por la pantalla, la trasera y los bordes. Retirada la suciedad visible, habría que desinfectarlo, por lo que el siguiente paso sería volver a limpiarlo, pero en este caso con un paño mojado con agua y alcohol o una toallita húmeda que contenga un 70% de alcohol isopropílico, asegurándose de que queda bien seco y no entra humedad en las ranuras. Por último, no debemos olvidar la carcasa. Si es de gel o silicona, podemos limpiarla con agua y jabón.
Por Patricia M. Liceras
Imagen | Laura Smith (Pixabay)
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